May 6, 2011

Buscando la Cara del Señor

La Confirmación es necesaria para completar la gracia bautismal

Alguna vez se ha preguntado si entiende el origen y el significado del sacramento de la Confirmación?

La época de la Cuaresma es el momento ideal para reflexionar sobre el significado de este sacramento. Más allá de las clases de formación de fe y el Rito de la Iniciación Cristiana para Adultos que prepara a los candidatos a la Confirmación, se conoce muy poco acerca de él. Resulta muchas veces incomprendido y menospreciado. Sin embargo, es verdaderamente importante para vivir la vida cristiana.

El Catecismo de la Iglesia Católica indica claramente: “Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los ‘sacramentos de la iniciación cristiana,’ cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal. En efecto, a los bautizados ‘el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras” (#1285).

En repetidas ocasiones Cristo prometió la efusión del Espíritu Santo, promesa que realizó primero el día de Pascua y luego, de manera más manifiesta el día de Pentecostés. Sabemos que Pedro y los apóstoles se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a proclamar “las maravillas de Dios.” Los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar, recibieron a su vez el don del Espíritu Santo.

El Catecismo prosigue: “Desde aquel tiempo, los apóstoles en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a los neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo, destinado a completar la gracia del Bautismo. Esto explica por qué en la carta a los Hebreos se recuerda, entre los primeros elementos de la formación cristiana, la doctrina del Bautismo y de la imposición de las manos. Es esta imposición de las manos la que ha sido con toda razón considerada por la tradición católica como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia, la gracia de Pentecostés” (#1288).

Muy pronto, para mejor significar el don del Espíritu Santo, se añadió a la imposición de las manos una unción con óleo perfumado (crisma). El Catecismo nos recuerda: “Esta unción ilustra el nombre de ‘cristiano’ que significa ‘ungido’ y que tiene su origen en el nombre de Cristo, al que ‘Dios ungió con el Espíritu Santo’ (#1289).

En los primeros siglos de la Iglesia la Confirmación constituía generalmente una única celebración con el Bautismo. Las Iglesias de Oriente han conservado esta práctica, en tanto que la Iglesia de Roma desarrolló la costumbre de separar ambos sacramentos. La Iglesia de Occidente deseaba expresar con mayor claridad la comunión del nuevo cristiano con el sucesor de los apóstoles, el obispo, quien es “garante y servidor de la unidad de su Iglesia, de su catolicidad y apostolicidad.” En otras palabras, es nuestra tradición que el obispo local administre el sacramento de la Confirmación para destacar más el vínculo con los orígenes de la Iglesia de Cristo (Cf. #1292).

Por medio de la unción con el crisma y la imposición de las manos acompañados de la oración formal, el candidato bautizado recibe el “sello” del Espíritu Santo. Este sello del Espíritu Santo marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica también la promesa de la protección divina (Cf., #1296).

El Catecismo nos brinda una clara explicación de los efectos de este sacramento. “De la celebración se deduce que el efecto del sacramento es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los apóstoles el día de Pentecostés (#1302).

“Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:

… nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir “¡Abbá, Padre!;

… nos une más firmemente a Cristo;

… aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo;

… hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia;

… nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz” (#1303).

Espero que esta ilustración del Catecismo de la Iglesia Católica ayude a aclarar el significado y la importancia de este sacramento. Invito a todos aquellos adultos que no han sido confirmados a que consulten con su presbítero sobre cómo prepararse para recibir este don de gracia.

Un aspecto fundamental de nuestra Iglesia es la evangelización, esto es, ayudar a las personas a hallar a Cristo y su mensaje tal y como ha sido difundido en la tradición católica. Nuestra arquidiócesis ha hecho de la evangelización una prioridad capital, especialmente a través de nuestro programa parroquial “Discípulos en Misión”. Para ello, el sacramento de la Confirmación nos habilita de manera única. †

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