October 9, 2009

Buscando la Cara del Señor

Respuestas a las preguntas de los estudiantes sobre la fe y la labor de un arzobispo

La primavera pasada recibí cartas de los estudiantes que se preparaban para la Primera Comunión y la Confirmación durante la celebración de nuestro aniversario arquidiocesano número 175. Prometí que respondería algunas de las notas y preguntas de los estudiantes luego del comienzo del año académico.

Miguel me escribió desde su clase de Confirmación de la parroquia San Felipe Neri. Nombró las oraciones que tuvo que aprenderse, los siete sacramentos y otros aspectos de la fe. Añadió: “Me alegra que voy a recibir la confirmación, al igual que mi hermana menor, Rocío. ... Soy un poco lento para aprender porque me entretengo jugando y también hablo mucho, pero no puedo evitarlo. Rece por mí para que pueda cambiar mi vida. Rece también por mi familia. Gracias.”

Miguel, voy a rezar por tus intenciones y para que crezcas en la fe y el comportamiento, pero creo que vas por el camino acertado.

Elijah de la parroquia San Simón Apóstol, escribió: “Gracias por ser nuestro arzobispo. ¿Le gusta ser arzobispo? ¿De verdad le dan un anillo cuando se convierte en arzobispo? Ojalá responda mis preguntas.”

Elijah, gracias por tu nota. Me da la impresión de que tus compañeros de clase y tú estaban estudiando el Sacramento del Orden. El 9 de septiembre celebré mi aniversario número 17 como arzobispo de Indianápolis.

Ha sido un privilegio ser tu arzobispo a lo largo de todos estos años. Cuando un sacerdote se ordena como obispo, se le entrega un anillo como símbolo de su compromiso con la diócesis a la cual servirá. El significado del anillo es similar al de un anillo de boda: representa el amor del arzobispo por su pueblo.

Megan, una estudiante de quinto grado (el año pasado), de la parroquia San Simón Apóstol, escribió que se enteró de “que recibió las órdenes sagradas tres veces [como diácono, sacerdote y obispo]. ¿Lamenta ser arzobispo? ¿Le gusta ser obispo? Muchas gracias por su labor.”

Megan, nunca esperé recibir las tres órdenes sagradas cuando me estaba preparando para ser sacerdote. Los diáconos se ordenan para servir al pueblo a través del ministerio de la caridad. Los sacerdotes también se ordenan para eso y además para ofrecer la Eucaristía, celebrar otros sacramentos y predicar el Evangelio. El obispo tiene el privilegio agregado de ordenar a diáconos y sacerdotes. Me han encantado las tres órdenes y le doy gracias a Dios una y otra vez por haberme llamado a servir.

Maggie de la parroquia San Simón Apóstol quería saber de qué color es mi anillo. Y cuál de las tres órdenes (diaconato, sacerdocio y obispado) fue mi preferida. Comentó: “¡Lo que hace es estupendo!”

Maggie, en realidad no sé si puedo responder a tu pregunta de cuál fue mi orden predilecta. Las tres tienen dos cosas en común: se nos ordena para servir a Dios y a Su pueblo, así como también para proclamar y predicar el Evangelio y las enseñanzas de Jesús.

En cuanto al color de mi anillo, el que se me entregó cuando me convertí en obispo tenía una piedra de ónix negra. Desde esa ordenación, se me han dado otros anillos. El que uso casi todos los días está enchapado en oro y tiene la forma de una mitra, el sombrero de los obispos.

Matthew de la parroquia San Simón Apóstol preguntó: “¿Qué se siente tener tantas responsabilidades y poder? ¿Es divertido tener tanto poder? No tengo mucho poder en la Iglesia. Me gustaría estar en su lugar.”

Matthew, estás en lo correcto al decir que un arzobispo tiene muchas responsabilidades en la Iglesia. No lo veo como un asunto de poder, sino más bien como la obligación de servir a Dios y a Su pueblo. Se nos ordena para servir, no para gobernar a las personas. Espero que algún día recibas la ordenación para servir a Dios y a Su Pueblo. Quizás llegues a ser arzobispo.

Jack de la clase de preparación para la Primera Comunión de la parroquia Nuestra Señora del Santísimo Rosario me hizo tres preguntas: “¿Cómo transmite el poder a otros sacerdotes para transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús? ¿Se le ha aparecido Jesús alguna vez? ¿Cómo celebró el día de su Primera Comunión?”

Jack, tus preguntas son muy interesantes. Cuando un sacerdote se ordena recibe de Cristo, a través de la Iglesia, el poder de transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. ¿Has notado que en la Misa es Cristo quien dice: “Este es mi cuerpo; esta es mi sangre”? Jesús santifica mediante el sacerdote.

Jesús no se me ha aparecido físicamente como Dios-Hombre, pero sé que está presente en el misterio del Santísimo Sacramento.

El día de mi Primera Comunión ocurrió hace muchísimos años, pero recuerdo que después de la Misa tuvimos una gran reunión familiar en la casa de mis padres.

Esa tarde, el obispo de Evansville me impartió el sacramento de la Confirmación. †

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