April 29, 2005

Seeking the Face of the Lord

Algunas reflexiones personales y una oración por ­nuestro nuevo Papa

Gran parte de la liturgia de la cuarta semana de Pascua presenta a Cristo como el Buen Pastor. Qué apropiado que durante esa misma semana se eligiera un nuevo Vicario de Cristo, el Buen Pastor, para nuestra Iglesia.

El mundo ha observado atentamente para descifrar pistas sobre el Papa Benedicto XVI elegido recientemente. ¿Qué significa la escogencia de su nombre? ¿Acaso nuestro nuevo Papa eligió dicho nombre porque San Benedicto es el patrono de Europa? ¿Se debe tal vez a que ese nombre significa bendito o porque la institución monástica benedictina está asociada con la civilización cultural europea? ¿Por ventura nuestro nuevo Santo Padre eligió el nombre Benedicto XVI para indicar que desea desempeñar un papel pacificador, siguiendo el camino de su predecesor, Benedicto XV?

Contrario a ciertas especulaciones, para mí, un pequeño detalle fue efectivamente la señal de que no esperaba que lo proclamaran Papa. No llevaba una camisa blanca o un suéter debajo de su sotana durante su primera aparición ante el mundo como el nuevo Papa. Llevaba puesto una camisa sacerdotal negra o un suéter. En su mensaje al día siguiente, indicó que no preveía tal elección.

Las personalidades de los Papas sucesores difieren entre sí, pero el oficio del sucesor de Pedro en la Iglesia permanece constante. Durante 2000 años Dios ha manifestado su voluntad a través de dicho oficio, y sí, manifiesta su voluntad de manera secundaria a través de la persona elegida como Papa en 2005. Mucho se ha dicho y continuará diciéndose acerca del Papa Benedicto XVI. Sea cual sea la labor de su papado, Dios está de su lado y no tenemos razón para no creer en un futuro lleno de esperanza.

El primer mensaje fundamental del Santo Padre fue después de su misa con los cardenales, la mañana siguiente a su elección. En éste, proporciona una visión extensiva de su ministerio como Papa, en el cual ha expresado claramente su intención de continuar con y a partir del ministerio del difunto Papa Juan Pablo II y el Concilio Vaticano Segundo.

El Papa Benedicto expresó: “ Tengo ante mis ojos, en particular, el testimonio del Papa Juan Pablo II. Deja una Iglesia más valiente, más libre, más joven.” Indicó su deseo de llevar a cabo un ministerio especial para la juventud. También se comprometió a impulsar la causa de la unidad cristiana y el diálogo interreligioso. Su mensaje también reveló una calidez personal inconfundible y un espíritu apacible.

Confiamos en el poder del Espíritu Santo como guía de la Iglesia porque somos un pueblo de fe que reza y cree en la providencia divina. En su mensaje, el nuevo Santo Padre expresó su propia confianza profunda en la divina providencia y en la misericordia divina.

En su primera aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro, el Papa Benedicto nos dijo: “Los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor.”

Considero que estas palabras son la clave para entender a nuestro nuevo Santo Padre. Hace varios años en una entrevista personal, el Cardenal Ratzinger dijo que esperaba jubilarse ya que desearía tener más tiempo para la oración, la reflexión y la escritura. Sin embargo, indicó que continuaría con sus labores en la Congregación para la Doctrina de la Fe por todo el tiempo que el Papa Juan Pablo deseara. Y por ello, permaneció en su deber de servir a Dios y a la Iglesia.

El 19 de abril de 2005 recibió otro llamado a la obediencia para continuar sirviendo a Dios y a la Iglesia. Humildemente aceptó el llamado. Aun más allá de lo que se consideran años normales para la jubilación, está deseoso de continuar trabajando y sirviendo en la viña del Señor. Por este pastor humilde: “Demos gracias al Señor”.

En su mensaje al mundo el 20 de abril, el Papa Benedicto nos dijo que en su alma había dos sentimientos encontrados, durante estas primeras horas como Papa: un sentido de incapacidad y confusión humana por la responsabilidad imprevista que le ha sido confiada como sucesor de Pedro. Y por otro lado, un sentido de profunda gratitud hacia Dios quien no abandona nunca a su rebaño sino que lo conduce a través de las vicisitudes de los tiempos. Me encanta la forma conmovedora como el Papa Benedicto dijo que sentía la presencia del difunto Papa Juan Pablo II: “me parece sentir su mano fuerte que estrecha la mía” y con ojos sonrientes decir: “¡No tengas miedo!”.

Debemos agradecer a Dios ya que por su gracia la sucesión apostólica continúa en nuestra Iglesia con el sucesor de Pedro número 264. Nuestra fe apostólica se confirma una vez más. Continuemos dándole gracias a Dios por el obsequio del Papa Benedicto XVI quien sucede al obsequio del difunto Papa Juan Pablo II y recibe con los brazos abiertos su espléndido legado.

Recemos por el Papa Benedicto: Que el Señor lo conserve y le dé vida, que lo haga feliz en la tierra y lo mantenga alejado de todo mal. Amén. †

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