December 6, 2024

La historia de Nuestra Señora de Guadalupe toca varias culturas y tradiciones

Especial para The Criterion

(Nota del editor: Este artículo se basa en parte en un documento escrito por Mons. Eduardo Chávez, sacerdote de la Arquidiócesis de México. Desde su nombramiento como postulador de la causa de canonización de San Juan Diego, quien fue canonizado por el entonces Papa Juan Pablo II en 2002, Mons. Chávez ha dedicado su vida a la investigación de las fuentes históricas de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en 1531.)

También conocida como Santa María de Guadalupe y la Virgen de Guadalupe, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe manifiesta la perfecta inculturación del Evangelio. Está plasmada en la humilde tilma (manto) de San Juan Diego hecha de fibras vegetales de izótl, que es una palma agavacáea. 

Aparecerse a San Juan Diego en el cerro del Tepeyac en las afueras de lo que hoy es la Ciudad de México en 1531, Nuestra Señora de Guadalupe toma lo bueno y verdadero, las semillas de la palabra, y las lleva a su plenitud en Jesucristo Nuestro Señor. Es una verdadera inculturación del Evangelio, es decir, ella sabe distinguir estas semillas en el corazón de cada ser humano, dentro de cada cultura, más allá de las tradiciones y costumbres, y ahí es donde coloca a su amado hijo Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor. 

Su imagen ofrece un verdadero mensaje de amor de Dios tanto por los pueblos indígenas como por cualquier cultura, cuya fuente iconográfica y teológica es lo que nos proclama el libro del Apocalipsis: 

“Apareció una gran señal en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Estaba encinta, y lloraba de dolor mientras se prestaba a dar a luz” (Ap 12:1-2).  

El  rostro mestizo de Nuestra Señora de Guadalupe es el de una joven de gran belleza. En ella se manifiesta la ternura, la compasión, la misericordia, el consuelo y el amor. Está inclinada en señal de humildad, como lo expresan los indígenas: Esta mujer es importante, porque se para frente al sol, pisa la luna y se viste con las estrellas, pero su rostro nos dice que hay alguien más grande que ella, porque está inclinada en señal de respeto. 

Ella es la madre de todos los seres humanos; como le dijo a Juan Diego: “Porque, en verdad, me siento honrada de ser tu madre compasiva, tuya y de todos los hombres que viven juntos en esta Tierra, y también de todas las otras razas variadas de hombres, los que me aman” (“Nican Mopohua,” #29-31). 

En ella se identifican todas las razas y, al mismo tiempo, nos ha quitado su identidad, como tradición indígena de Zozocolco. Su rostro no es ni el de los españoles ni el de los indígenas, sino el de ambos. Por esta razón, la llaman cariñosamente la “morenita” (la de piel oscura). 

Los indios usaban el nombre de “Tonanztin,” que significa “nuestra madrecita” para dirigirse a ella, y lo unieron a su nombre “Tonanztin Guadalupe,” que podríamos traducir como: “Nuestra venerable Madre Guadalupe.”

La Virgen quiso llamarse “Santa María de Guadalupe”: “María” de origen judío y “Guadalupe” de origen árabe. “María” significa: “la elegida por Dios,” “la favorita de Dios, “la más bella” o la “iluminadora.”

“Guadalupe” se puede traducir como: “Río de grava negra” o “el lecho del río.” Las raíces árabes de este nombre se remontan a la influencia musulmana en el idioma y la cultura españolas debido al dominio musulmán de lo que se convirtió en España desde 711 hasta 1492, solo 29 años antes de que María se apareciera a San Juan Diego. 

La Madre de Dios se presentó como: “Santa María de Guadalupe,” que podríamos traducir como “el lecho santo que lleva el Agua viva y la Luz verdadera.” Ella no es la Luz, sino la que ilumina a través de la Luz. Ella no es el Agua, sino la que conduce el Agua. La Luz y el Agua Viva es Jesús. 

El nombre de Santa María de Guadalupe se toma de dos de las raíces culturales más importantes del mundo: los judíos y los árabes, quienes están en constante conflicto. Pero en Santa María de Guadalupe están en armonía, en unidad. Son su identidad. 

Al conmemorar su fiesta el 12 de diciembre, que la Santísima Virgen interceda por la humanidad para traer la paz a nuestro mundo. 

¡Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros! † 

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