January 21, 2022

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

El Papa traza el camino para construir una paz duradera

“Todos pueden colaborar en la construcción de un mundo más pacífico: partiendo del propio corazón y de las relaciones en la familia, en la sociedad y con el medioambiente, hasta las relaciones entre los pueblos y entre los Estados.” (Papa Francisco, mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz de 2022)

En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2022, el Papa Francisco esboza “tres caminos para construir una paz duradera,” a saber: el diálogo, la educación y el trabajo. Estos elementos presuponen un deseo compartido de paz entre individuos, familias y sociedades grandes y pequeñas. Todos requieren un cambio de mente, de corazón y de acciones para que “todos puedan colaborar en la construcción de un mundo más pacífico.”

“Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos,” afirma el Santo Padre. El diálogo es importante para todos los segmentos de la sociedad humana, pero el mensaje del Papa presta especial atención a lo que llama “el diálogo entre las generaciones.”

El Santo Padre asegura que hay que eliminar las barreras naturales que existen entre los mayores y los jóvenes. “Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida.” El diálogo entre generaciones, que todo padre sabe que es más fácil decirlo que hacerlo, debe ser reconocido “como base para la realización de proyectos compartidos,” afirma el Papa.

El Sumo Pontífice nos enseña que “los grandes retos sociales y los procesos de construcción de la paz no pueden prescindir del diálogo entre los depositarios de la memoria―los mayores―y los continuadores de la historia―los jóvenes—.” “Tampoco pueden prescindir de la voluntad de cada uno de nosotros de dar cabida al otro, de no pretender ocupar todo el escenario persiguiendo los propios intereses inmediatos como si no hubiera pasado ni futuro.”

El segundo camino hacia la paz propuesto por el Papa Francisco es “la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo.” El Papa contrasta la cantidad de dinero que se gasta en educación con los fondos dedicados al desarrollo de armas. “Es oportuno y urgente que cuantos tienen responsabilidades de gobierno elaboren políticas económicas que prevean un cambio en la relación entre las inversiones públicas destinadas a la educación y los fondos reservados a los armamentos” afirma. “La búsqueda de un proceso real de desarme internacional no puede sino causar grandes beneficios al desarrollo de pueblos y naciones, liberando recursos financieros que se empleen de manera más apropiada para la salud, la escuela, las infraestructuras y el cuidado del territorio, entre otros.”

El Papa Francisco espera que la inversión de nuestra sociedad en la educación vaya acompañada de “un compromiso más consistente orientado a promover la cultura del cuidado. Esta cultura, frente a las fracturas de la sociedad y a la inercia de las instituciones, puede convertirse en el lenguaje común que rompa las barreras y construya puentes.” Por ello, propone “un pacto que promueva la educación a la ecología integral según un modelo cultural de paz, de desarrollo y de sostenibilidad, centrado en la fraternidad y en la alianza entre el ser humano y su entorno.” Construir puentes, no muros, ha sido un tema constante del actual Papa quien considera que la educación, y no la ignorancia, es esencial para construir una sociedad pacífica.

Por último, el Papa considera que el trabajo humano es un componente necesario para construir un camino hacia la paz duradera. Desde que el Papa León XIII publicó por primera vez “Rerum Novarum” (“Derechos y deberes del capital y del trabajo”) el 15 de mayo de 1891, todos los papas han destacado la importancia del trabajo en el desarrollo de los individuos y de la sociedad en su conjunto. El papa san Juan Pablo II dijo la famosa frase “el trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo” que resulta un principio social y económico fundamental, al cual el Papa Francisco añade: “El trabajo, en efecto, es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad.”

“Es más urgente que nunca que se promuevan en todo el mundo condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación,” dice el Santo Padre. “Es necesario asegurar y sostener la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada, para que el beneficio no sea el único principio rector.”

Al comenzar un nuevo año, aún conscientes de la incertidumbre y la hostilidad de los últimos años, unámonos al Papa Francisco para trabajar por una paz duradera.

Como discípulos misioneros de Jesucristo, nuestra tarea es llevar su paz a nuestro mundo cansado y desgarrado por la guerra. El diálogo, la educación y el trabajo son componentes esenciales para construir la paz de Cristo.
 

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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