October 26, 2018

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

Los hipócritas que gritan ‘¡escándalo!’ realizan la obra de Satán

El papa Francisco ha dejado muy en claro que no tiene nada de tolerancia para con los hipócritas o los mojigatos “a quienes les encanta decir ‘¡qué escándalo!’ para resaltar las fallas de los demás y aparentar ser puros.”

De hecho, el Santo Padre compara los aspavientos de los hipócritas con el demonio que trabaja sobretiempo para crear el caos y la confusión en las familias, la sociedad y la Iglesia. “Si miramos la escena mundial de nuestros tiempos—apunta el papa—más y más voces están sembrando división y confrontación, a menudo al explotar inseguridades o situaciones de conflicto, y proclamar que la única forma posible de garantizar la seguridad y la continuidad de la existencia de una cultura es intentar eliminar, cancelar o expeler a otros.”

La Iglesia está llena de pecadores que a veces pecan gravemente. Pero si se arrepienten y buscan el perdón de Dios, podrán experimentar la misericordia divina. El problema con los hipócritas es que no tienen propósito de enmienda: denuncian las faltas de los demás, pero niegan sus propios pecados.

Durante una homilía en su residencia, el 20 de septiembre, el papa dijo: “El diablo no tiene nada que ver con los pecadores arrepentidos, porque miran a Dios y dicen: ‘Señor, soy un pecador, ayúdame.’ Y el diablo es impotente, pero es fuerte con los hipócritas,” comentó. “Es fuerte y los utiliza para destruir, destruir a las personas, destruir la sociedad, destruir la Iglesia.”

Si bien la santa Iglesia está compuesta de pecadores, también tiene su cuota de hipócritas a quienes les encanta gritar “¡escándalo!” para destacar las fallas de los demás y aparentar ser puros, según explica el Sumo Pontífice.

La palabra escándalo proviene del griego scandalon que originalmente significaba “trampa.” El escándalo se produce cuando las palabras o el ejemplo de una persona provoca que otros se derrumben moralmente, para caer en una trampa que genera incredulidad o degradación moral. El escándalo es un obstáculo para la fe en Dios porque genera duda contra la credibilidad o la autenticidad de alguien que se supone que es un representante de Dios. Quienes gritan “¡escándalo!” para resaltar las fallas de los demás a menudo intensifican los efectos de la conducta escandalosa. Se regodean de las consecuencias destructivas de los deslices morales que pretenden denunciar.

¿Quiénes son estos hipócritas a quienes les encanta gritar “¡escándalo!”? Resulta tentador nombrar a algunos de los críticos más conocidos del papa Francisco que públicamente cuestionan, acusan o condenan sus palabras y acciones. Pero ese tipo de especulación solamente le da ventaja al demonio que busca dividir el Cuerpo de Cristo al disminuir y degradar a sus líderes.

“El caballo de batalla del diablo es la hipocresía, porque él es un mentiroso: se muestra como un príncipe poderoso y hermoso, y por detrás es un asesino,” dice el papa.

En una reflexión sobre las lecturas de la misa del 20 de septiembre, el papa Francisco señaló que tanto san Pablo en la primera lectura (1 Cor 15:1-11), como la mujer que le unge los pies de Jesús en la lectura del Evangelio (Lc 7:36-50) se dan cuenta de que son pecadores, pero los mueve el amor por Jesús. Pero pese a sus pecados, Jesús “perdona, recibe, usa misericordia, una palabra tan a menudo olvidada cuando cotilleamos de los demás” comenta el papa. “Piensen esto: debemos ser misericordiosos, como Jesús, y no condenar a los demás.”

Los fariseos quedan atónitos y “escandalizados” de que Jesús permita que una mujer que el Evangelio describe como “pecadora” le unja los pies. De hecho, ellos son los que provocaron el escándalo al tenderle una trampa a Jesús.

Los fariseos eran hipócritas mojigatos que siempre buscaban la forma de lograr que Jesús “cometiera un error” o le tendían trampas, según cuenta el Sumo Pontífice. “Tenían la actitud que a menudo emplean los hipócritas: estaban escandalizados.”

La suya es la “hipocresía de los ‘santurrones,’ los ‘puros,’ aquellos que creen que se salvan por sus propios méritos,” dice el papa. Pero “Jesús llama a los hipócritas ‘tumbas con fachada’: aparentan ser hermosos cementerios, pero por dentro están podridos y descompuestos.”

Son palabras muy severas de un papa que constantemente exalta la misericordia y el perdón de Dios. Sin embargo, al igual que Jesús, el papa Francisco no puede tolerar la hipocresía de aquellos que condenan a otros sin clemencia. Se lanza en contra de aquellos que gritan “¡escándalo!” como una forma de tender trampas, provocar el caos y la destrucción.

En palabras del Papa Francisco: “pidámosle a Jesús que siempre proteja a nuestra Iglesia, que es una madre santa llena de hijos pecadores como nosotros. Y que siempre nos proteja a cada uno de nosotros con su misericordia y perdón.”
 

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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