July 27, 2018

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

Los críticos del papa no se equivocan … pero tampoco tienen la razón

El papa Francisco tiene muchos críticos. Algunos creen que se extralimita. Otros consideran que se queda corto. En cierta forma, todos tienen razón. Y, por supuesto, también se equivocan.

No cabe duda de que el papa Francisco ha tomado las enseñanzas de sus predecesores y las ha aplicado a los retos contemporáneos que enfrentan nuestra Iglesia y la sociedad.

La inmigración, el medioambiente y las necesidades de los pobres y los vulnerables son ejemplos contundentes. Nada de lo que ha dicho el papa actual sobre estos temas es nuevo, pero les ha infundido un nuevo sentido de urgencia a las enseñanzas de la Iglesia y las ha amplificado mediante su prédica y su presencia entre aquellos que se encuentran marginados por las fuerzas políticas, económicas y culturales contemporáneas.

En asuntos de sexualidad, la postura del papa ha sido especialmente controversial. Sin efectuar cambios sustanciales a las enseñanzas de la Iglesia, ha adoptado lo que podríamos llamar un enfoque más pastoral, abriendo los brazos a aquellos cuyos estilos de vida chocan con las prácticas más tradicionales que sanciona la Iglesia.

“¿Quién soy yo para juzgar?” fue la respuesta del papa a la pregunta sobre la homosexualidad citada fuera de contexto que le hizo un periodista. De una forma no muy distinta a la respuesta de nuestro Señor ante la mujer adúltera, el papa no estaba sancionando una conducta inmoral. Intentaba desarmar a quien lo cuestionaba para ilustrar el amor y la misericordia de Dios por todos nosotros, santos y pecadores por igual.

Por supuesto, aquellos que anticipaban una repetición estricta sobre las enseñanzas de la Iglesia con respecto a la homosexualidad se sintieron decepcionados, e incluso enfadados. Y aquellos que celebraron la respuesta del papa como una señal de que las enseñanzas de la Iglesia cambiarían, al final se sintieron decepcionados, e incluso enfadados.

Existen muchos otros ejemplos de este tipo de dialéctica, inclusive la polémica nota al pie de página que aparece en el capítulo ocho, tomada de la exhortación apostólica del Sumo Pontífice “Amoris Laetitia” (“Sobre el amor en la familia”). “En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. [...] Igualmente destaco que la Eucaristía “no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles.”

¿Por qué resulta controversial esta nota al pie de página? Porque se puede interpretar de una forma que sugiere que las parejas que se han divorciado y se han vuelto a casar sin la bendición de la Iglesia deberían tener acceso a la eucaristía.

Quizá las enseñanzas más destacadas y controversiales se encuentran en su exhortación apostólica publicada recientemente, “Gaudete et Exsultate” (“Alegraos y regocijaos”). En ella, el papa deja muy en claro su postura: “La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte” (#101).

¿Qué tiene de controversial esta afirmación? Los críticos del papa señalan que ha establecido una “equivalencia moral” entre el siempre vil crimen del aborto y otras cuestiones morales. Y, por supuesto, los críticos tienen razón. “Igualmente sagrada” no es una afirmación ambigua. El papa Francisco se niega a conceder, aunque sea hipotéticamente, la posibilidad de que los discípulos de Cristo pueden elegir qué asuntos morales apoyan o a cuáles se oponen. No podemos estar en favor de la vida y en contra de los inmigrantes, así como tampoco podemos estar en favor de proteger el medioambiente, pero ser indiferentes ante las necesidades de los pobres y los marginados.

Las enseñanzas del papa Francisco guardan un gran parecido con las de Jesús. Tal como escribe el papa en “Gaudete et Exsultate”: “Jesús mismo remarca que este camino va a contracorriente hasta el punto de convertirnos en seres que cuestionan a la sociedad con su vida, personas que molestan. Jesús recuerda cuánta gente es perseguida y ha sido perseguida sencillamente por haber luchado por la justicia, por haber vivido sus compromisos con Dios y con los demás. Si no queremos sumergirnos en una oscura mediocridad no pretendamos una vida cómoda, porque ‘quien quiera salvar su vida la perderá’ ” (Mt 16:25; #90).

Las enseñanzas del papa Francisco desafían a sus críticos y a sus partidarios a tomar en serio las bienaventuranzas y el capítulo 25 del Evangelio según san Mateo (Mt 25:31-46).

“Esto implica para los cristianos una sana y permanente insatisfacción” (#99), expresa el papa.
 

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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