February 21, 2025

Cristo, la piedra angular

Cristo construye su Iglesia sobre la roca de la fe de san Pedro

Archbishop Charles C. Thompson

Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (Mt 16:18).

Mañana, 22 de febrero, es la Fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol. Al igual que la conversión de san Pablo, esta fiesta celebra tanto al santo como su importante papel en el crecimiento y desarrollo de la Iglesia de Jesucristo.

San Pedro fue elegido personalmente por el Señor; su misión era ser la figura de autoridad y brindar estabilidad a la joven Iglesia y ser la “roca” que garantizara que los poderes del pecado y del mal (el Hades) nunca pudieran impedir que la Iglesia llevara a cabo su misión divina. Lo que veneramos en esta fiesta es la cathedra, el asiento o cátedra de honor desde el cual el Vicario de Cristo preside y pronuncia la doctrina oficial de la Iglesia.

San Pablo, cuya conversión celebramos el 25 de enero, también fue elegido personalmente por Cristo para convertirse en Apóstol de los gentiles. Su conversión fue la condición necesaria para que pudiera cumplir su misión. Todo el celo religioso que le dedicó inicialmente a la persecución de los seguidores de Jesús fue redirigido a su labor misionera y, como resultado, Pablo es reconocido como uno de los más grandes discípulos misioneros de todos los tiempos. Sus palabras nos siguen inspirando y nos llevan a un encuentro personal con Jesús.

En la lectura del Evangelio de la liturgia de mañana (Mt 16:13-19), Jesús pregunta a sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” (Mt 16:15). Esta pregunta es tan poderosa e importante para nosotros hoy como lo fue hace 2,000 años en la región de Cesarea de Filipo, donde Jesús predicó. ¿Quién es Jesús? ¿Qué significan su vida, su muerte y su resurrección para nosotros personalmente y para el mundo?

Entonces, al igual que ahora, hay muchas respuestas posibles. Algunos dicen que es un hombre santo, un profeta o un gran maestro moral que fundó una de las grandes religiones del mundo. “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pregunta Jesús a sus discípulos (y a todos nosotros). Solamente Pedro puede responder categóricamente y con autoridad: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt 16:15-16).

Jesús confirma la respuesta de Pedro y señala que proviene de la inspiración divina:

Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos (Mt 16:17-19).

Como roca que sostiene el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y lo mantiene fiel a la verdad, san Pedro y sus sucesores han proporcionado el testimonio definitivo y fidedigno que ha mantenido a la Iglesia fiel a su Señor durante los últimos 2000 años.

Desde la cátedra, el Vicario de Cristo continúa el ministerio de Jesús de enseñar, curar y dar gracias y alabanzas a su Padre celestial. Por la gracia del Espíritu Santo, hombres débiles y pecadores como Pedro hacen y dicen cosas notables en su testimonio de Jesucristo Nuestro Señor.

En la primera lectura de mañana, san Pedro instruye a sus compañeros líderes de la Iglesia sobre cómo debe ejercerse el ministerio que Cristo les ha encomendado:

Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada: pastoreen el rebaño de Dios entre ustedes, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que les han sido confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores[c], ustedes recibirán la corona inmarcesible de gloria. (1 Pe 5:1-4)

Los que ejercen su ministerio en nombre de Jesús como colaboradores del Vicario de Cristo han de ser pastores amables, no arrogantes ni prepotentes, sino testigos sinceros de la Verdad. Lo que enseñan, cómo rezan y el modo en que viven deben dar gloria a Dios y llevar sanación y esperanza a todo el pueblo de Dios.

Al celebrar esta santa fiesta, demos gracias a Dios por todos los hombres débiles y pecadores que a lo largo de la historia de la Iglesia han ocupado la cátedra del Apóstol San Pedro. Y recemos especialmente por el papa Francisco, nuestro amoroso pastor actual. Que siga siendo bendecido con el celo por su misión, y que cuando concluya su misión como sucesor de san Pedro, la Roca, que reciba “la inmarcesible corona de gloria.” †

Local site Links: