May 12, 2023

Cristo, la piedra angular

María y el rosario: el camino hacia la paz en nuestras vidas, en nuestro mundo

Archbishop Charles C. Thompson

María Inmaculada, nos ponemos bajo tu confianza y consagramos a tus cuidados maternales a todos los hombres, a la Iglesia y al mundo entero. Ruega por nosotros a tu amado Hijo para que nos dé en abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, que es fuente de vida. (Papa san Juan Pablo II, Consagración a María).

La liturgia del sábado 13 de mayo nos brinda la opción de celebrar el memorial de Nuestra Señora de Fátima. Los relatos de las apariciones de la Santísima Virgen María a partir de la primavera de 1916 a tres niños pastores en Portugal son fascinantes. Vista desde la perspectiva de la historia religiosa, la historia de Fátima está llena de elementos aparentemente contradictorios.

Primero, los padres de los niños dudaban de la veracidad de las apariciones; después, las autoridades locales llegaron a encarcelar a los niños por miedo a las implicaciones políticas de estos sucesos para la primera República Portuguesa, oficialmente laica; seguidamente, grandes multitudes acudieron a los lugares donde se decía que la Virgen (o “un ángel vestido de azul”) se había aparecido; y, por último, los funcionarios eclesiásticos fueron cautos y meticulosos en sus investigaciones sobre la veracidad de las afirmaciones de los niños.

De hecho, no fue hasta 1930 cuando el obispo local declaró que las apariciones de la Virgen eran “fidedignas,” y en octubre de 1942, el Papa Pío XII, en un discurso radiofónico al pueblo de Portugal, habló de las apariciones de Fátima y consagró la raza humana al Inmaculado Corazón de María, con mención específica a Rusia.

La consagración de Rusia a la Santísima Virgen María bajo el título de la Inmaculada Concepción es una de las principales características de la historia de Fátima. Así son los “tres secretos” que sor Lucía dos Santos, la única sobreviviente de los tres niños (Francisco y Jacinta Marto murieron en la epidemia de gripe española de 1918) escribió en 1941 en sus terceras memorias.

Quizá la revelación más importante de las apariciones de la Virgen a los tres niños portugueses sea su promesa de que, si rezamos el rosario a diario, el mundo estará en paz.

El rosario es una oración basada en las Escrituras que se centra en los acontecimientos de la vida de Cristo y que resume los grandes misterios de nuestra fe católica. Existen cuatro grupos de misterios: gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos (añadidos por san Juan Pablo II en 2002). La repetición en el rosario tiene por objeto conducirnos a una oración reposada y contemplativa con respecto a cada misterio. La suave repetición de las palabras nos ayuda a entrar en el silencio de nuestro corazón, donde habita el espíritu de paz de Cristo.

El rosario, que puede rezarse en privado o en grupo, tiene por objeto llevar la paz y la calma a los corazones atribulados y es una fuente de esperanza para quienes se sienten ansiosos o desesperados. Rezar el rosario es una excelente forma de entrar en la vida de Cristo junto con María, Madre de la Iglesia y madre nuestra.

Todos los papas recientes han afirmado el mensaje de la Virgen sobre la importancia del rosario como instrumento de paz y han adoptado con seriedad el acto de consagración al Corazón Inmaculado de María.

En marzo de 1984, el Papa san Juan Pablo II consagró “el mundo” al Inmaculado Corazón en una ceremonia pública en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Esta consagración se llevó a cabo en unión con los obispos católicos de todo el mundo. El Santo Padre atribuyó además a Nuestra Señora de Fátima el haberle salvado la vida tras un intento de asesinato el 13 de mayo de 1981, fecha de su festividad. Más adelante, el 12 de mayo de 1987, el Papa expresó su agradecimiento a la Virgen María por haberle salvado la vida y al día siguiente renovó la consagración del Papa Pío XII al Inmaculado Corazón de María.

En mayo de 2010, el Papa Benedicto XVI visitó el Santuario de Nuestra Señora de Fátima y afirmó rotundamente su aceptación del origen sobrenatural de las apariciones de Fátima. El Papa también recordó la “mano invisible” que salvó a san Juan Pablo II, y se refirió a la profecía de Fátima sobre el triunfo del Inmaculado Corazón de María.

Cuando Rusia invadió Ucrania el año pasado, los obispos católicos de Ucrania pidieron al Papa Francisco que “realizara públicamente el acto de consagración de Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María, como pidió la Santísima Virgen en Fátima.” El Santo Padre invitó a las diócesis de todas las regiones del mundo a unirse a él para consagrar tanto a Ucrania como a Rusia a la Santísima Virgen María.

Al recordar este día santo dedicado a Nuestra Señora de Fátima, recemos por la paz en nuestros corazones y en nuestro mundo con las palabras del Papa Francisco: Que la Madre de Dios, Reina de la Paz, acoja nuestra oración: Regina pacis, ora pro nobis (Reina de la Paz, ruega por nosotros). †

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