July 10, 2020

Cristo, la piedra angular

Quien soporte hasta el final, se salvará

Archbishop Charles C. Thompson

“Cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir, porque no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes” (Mt 10:19-20).

La fecha de publicación de esta columna es el 10 de julio, el viernes de la 14.º semana del tiempo ordinario. La lectura del Evangelio de hoy es del capítulo 10 de Mateo, versículos 16 al 23. Es un pasaje conocido y es de particular importancia para nosotros en esta época de vicisitudes.

San Mateo nos dice que reprende a sus apóstoles, diciéndoles: “Los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sean astutos como serpientes y sencillos como palomas. Tengan cuidado con la gente; los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. Por mi causa los llevarán ante gobernadores y reyes para dar testimonio a ellos y a los gentiles” (Mt 10:16-18).

¿Qué significa esta fatídica advertencia para nosotros? ¿Cómo debemos interpretar el consejo de Jesús de ser “sean astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10:16)?

A menudo observo que las enseñanzas católicas están llenas de paradojas del “del tanto y el como.” Siguiendo el ejemplo de Jesús, nos resistimos a encasillarnos en posiciones “del tanto y el como” en asuntos importantes.

Es por eso que la enseñanza de la Iglesia nunca puede estar perfectamente alineada con ninguna postura política o plataforma partidista. También es por eso que nunca nos sentimos completamente cómodos con las etiquetas “liberal” o “conservador.”

En algunos temas, el medio ambiente, por ejemplo, la enseñanza católica puede parecer a la izquierda del centro; en otros, como el aborto y la eutanasia, el catolicismo a menudo parece estar a la derecha del centro.

Nuestro estándar de medida en todos los asuntos de fe y moralidad no es la ideología prevaleciente o las opiniones políticamente correctas de la época. Es la enseñanza y el ejemplo de Jesucristo, tal como lo hemos recibido en las Sagradas Escrituras y en 2000 años de enseñanza de la Iglesia. Este es el criterio con el que los católicos debemos tomar todas las decisiones importantes. Es la brújula moral que debe guiar todos nuestros juicios y acciones “en el mundo.”

La advertencia de Jesús de que debemos tener cuidado con quienes nos entregan a los líderes seculares es muy seria. Hay quienes consideran el Evangelio como algo negativo para la humanidad, ya sea porque es demasiado ingenuo (el opio de las masas) o demasiado subversivo (doctrinas que socavan la agenda política reinante). Al tratar con ellos, debemos ser astutos como serpientes y sencillos como palomas. Debemos ser inteligentes y al mismo tiempo honestos.

Jesús predice la traición y la crueldad que le espera a los que le siguen de cerca. “El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten” (Mt 10:21). Jesús se describe a sí mismo como “apacible y humilde de corazón” (Mt 11:29), pero también nos dice de forma muy clara que no ha venido a traernos la paz sino la espada de la división. Jesús nos advierte que: “Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo” (Mt 10:22).

Estas son advertencias serias que se deben considerar cuidadosamente al enfrentar el problema del mal como se manifiesta en nuestro tiempo. Y aun así, sabemos que Jesús está cerca de nosotros, la fuente de toda nuestra esperanza y la fuente de la alegría duradera. Nos dice que “cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo. En ese momento se les dará lo que han de decir, porque no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes” (Mt 10:19-20). Conoceremos la verdad y podremos compartirla generosamente con otros, no por nuestra propia inteligencia sino porque el Espíritu Santo ha entrado en nuestros corazones con sus dones de sabiduría, valentía y compasión.

Podemos ser astutos y sencillos porque confiamos en el Espíritu de Dios para formar nuestras mentes y corazones. Podemos superar todas las formas de intolerancia e injusticia porque somos testigos de Aquel que sacrificó todo por nuestros pecados. Su Espíritu es nuestra guía infalible si tan solo le permitimos hablar por nosotros en asuntos que realmente importan.

Cuando no lo hacemos bien, cuando caemos en las trampas que nos tiende el maligno, suele ser porque no escuchamos a Jesús ni dejamos que su Espíritu nos guíe.

Recemos por la gracia de ser astutos como serpientes y simples como palomas. Sigamos a Jesús, que es a la vez humilde de corazón y audazmente valiente. †

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