September 30, 2016

Alégrense en el Señor

Encontremos alegría en la política por medio de la gracia de Dios

Archbishop Joseph W. Tobin

Las últimas dos columnas que he publicado han sido bastante serias. Estoy ofreciendo reflexiones sobre las cuestiones que los ciudadanos fieles tienen que considerar a medida que nos preparamos para las elecciones. Algunas de estas cuestiones son, literalmente, asuntos de vida y muerte, de guerra y paz, de libertad y de tiranía. No es de sorprender, pues, que estas columnas hayan parecido severas.

Sin embargo, la esencia de la vida cristiana se basa en la alegría, no en la tristeza; se trata de nuestra liberación del pecado y de la muerte, no de la opresión de las estructuras sociales y de los procesos políticos. ¿Dónde encontramos alegría los católicos que somos fieles ciudadanos de los Estados Unidos?

Ciertamente encontramos alegría en el amor y la amistad, en los deportes y en el ocio, así como en la belleza de toda la creación que, tal como nos lo recuerda el papa Francisco—en palabras de su santo patrono—es fuente de paz y bondad inestimables (pax et bonum).

Pero, ¿acaso podemos encontrar alegría en la política, especialmente hoy en día? ¿Podemos descubrir alegría en el ejercicio de nuestra libertad y responsabilidad como ciudadanos? ¿O acaso todo tiene que ser tan serio que no hay nada que nos pueda causar alegría?

Me resisto a creer que la política tiene que ser toda sombría y escabrosa. Es bien sabido que los medios de comunicación y, cada vez más la industria del entretenimiento, se parcializan con las malas noticias. Incluso los medios de comunicación católicos, que tienen el deber y la responsabilidad de difundir la Buena Nueva de nuestra salvación, ocasionalmente caen en los baches de las malas noticias. Debemos proponernos despojarnos del exceso de negatividad.

Las noticias no siempre son malas. Incluso en las peores situaciones imaginables—catástrofes naturales, balaceras, complots terroristas o conductas escandalosas por parte de personas en quienes deberíamos poder confiar—siempre surgen señales de heroísmo, esperanza y generosidad. Podríamos concentrarnos exclusivamente en el mal si quisiéramos, pero eso inevitablemente significa que pasaremos por alto lo bueno que ocurre incluso en medio de las peores pesadillas.

De modo que, ¿dónde podemos descubrir buenas noticias en la temporada política en la que nos encontramos? Por supuesto que hay muchas malas noticias, mucho pesimismo y odio. Pero, ¿acaso hay esperanza o alegría?

Los cristianos jamás podemos responder negativamente a esta pregunta, incluso en los peores momentos. Sabemos que Cristo ha resucitado y que Él es nuestra esperanza, la fuente de toda la alegría. La carta a los Hebreos nos dice que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve

(Heb 11:1). ¿Efectivamente sentimos esta certeza en lo profundo de nuestro ser? ¿O acaso sucumbimos a una forma de amnesia temporal en lo que respecta a la política? Cristo es la base de nuestra esperanza y de nuestra alegría, pero ¿reconocemos a Cristo en el proceso político?

He aquí tres sugerencias sencillas para encontrar alegría en la política. No propongo estas ideas como artículos de fe; ni siquiera como ejemplo de las enseñanzas de los obispos de los Estados Unidos en Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles. Se trata simplemente de sugerencias fundamentadas en mi propia experiencia, por si sirven de algo.

Primero, no se tome a pecho las cosas. Si piensa que un candidato es deshonesto o no es digno de confianza, no vote por esa persona. Pero no deje que eso le haga sentirse enojado, deprimido o abatido. Nuestro país y nuestra Iglesia han atravesado momentos peores. ¡Con la gracia de Dios nos recuperaremos! Considerar las cosas seriamente no significa tomárselas a pecho. Vote de acuerdo con su conciencia y siga adelante con su vida. Al final, el resultado está en las manos de Dios.

Segundo, no se enoje; trate de empatar la partida. Con esto no quiero decir que debemos buscar venganza. Al contrario, en su exhortación titulada El rostro de la misericordia, el papa Francisco dice que el perdón es el único camino para vivir con alegría. Independientemente de cuál sea el contexto, la venganza solamente empeora la situación. Cuando digo que tratemos de empatar la partida me refiero a votar por candidatos que sean fuente de inspiración, confiables y que se esfuercen por promover políticas en favor del bien común. Si la mayoría de las personas trabaja por el bien común, la corrupción en la política se convertirá en un cuento del pasado.

Tercero, encuentre el bien—dondequiera que pueda—y concéntrese en él. Como dice el dicho, y no exento de una verdad fundamental: no hay mal que por bien no venga. Si buscamos el bien, lo encontraremos. Si solamente nos concentramos en aquello que inspira tristeza y depresión, jamás sentiremos lo que es alegría.

Las libertades de las que gozamos como ciudadanos de los Estados Unidos deberían ser una fuente de alegría profunda y duradera. Es cierto que hoy en día enfrentamos muchos problemas, pero también es cierto que contamos con oportunidades ilimitadas avivadas por la gracia de Dios y por el poder del Espíritu Santo.

Nadie debería sentirse desanimado. La esperanza y la alegría forman parte de nuestro ADN como cristianos. ¡Que Dios bendiga a todos los fieles ciudadanos de los Estados Unidos! †
 

Traducido por: Daniela Guanipa

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