November 13, 2015

Alégrense en el Señor

Los jóvenes católicos que vendrán a Indianápolis vivirán momentos trascendentales

Archbishop Joseph W. Tobin

La semana que viene nuestra arquidiócesis tendrá el enorme privilegio de ser la anfitriona de la Conferencia Nacional de Jóvenes Católicos (NCYC) que se celebrará en el Centro de Convenciones de Indiana y el estadio Lucas Oil, del 19 al 21 de noviembre. En nombre de todo el pueblo del centro y del sur de Indiana y de todo nuestro estado, ofrezcámosle una calurosa bienvenida al estilo hoosier a las 23,000 personas (lo que incluye alumnos de secundaria, ministros para la juventud, cuidadores, obispos, sacerdotes y otros) que se prevé que participarán en este evento.

En mi columna de la semana pasada ofrecía algunas reflexiones sobre la importancia del ministerio para los jóvenes que comienza desde la familia y se extiende hacia las parroquias, las escuelas y las agencias arquidiocesanas. La semana que viene seremos testigos de la dimensión nacional de esta actividad comunitaria de la Iglesia joven. Cada dos años, talentosos alumnos de secundaria llenos de fe y procedentes de todas las regiones del país se reúnen para celebrar su compromiso con Cristo.

Este evento nacional es el preludio de la experiencia a mayor escala del Día Mundial de la Juventud, que reúne a cientos de miles de jóvenes de todo el planeta para prepararlos a convertirse en discípulos misioneros (uno de los términos preferidos del papa Francisco) que encuentran a Cristo y lo comparten generosamente con el prójimo.

Cuando San Juan Pablo II reflexionó acerca del origen del Día Mundial de la Juventud, expresó: “concebí un momento trascendental en el que los jóvenes del mundo pudieran encontrar a Cristo—quien es eternamente joven—y pudieran aprender con Él a ser emisarios del Evangelio para otros jóvenes.”

La misión de la NCYC es muy similar. Se trata de una oportunidad para que los jóvenes experimenten por cuenta propia lo que es la Iglesia, más allá de los límites de sus familias, sus parroquias y sus diócesis. La NCYC siempre atrae a algunos de los mejores ponentes y músicos de la Iglesia. Se trata de una gran celebración, así como también de una ocasión de reflexión personal, para orar con recogimiento y compartir nuestra fe.

Por supuesto, la Santa Eucaristía es el momento más destacado de cada día, respaldado por las oportunidades para recibir el sacramento de la reconciliación, para la adoración eucarística y muchas otras oportunidades de oración y devoción. El tema de la conferencia de este año es Aquí Estoy Señor.

Marian University de Indianápolis, cuya misión es ser una universidad católica excepcional, dedicada a impartir una enseñanza excelente y al aprendizaje según la tradición franciscana y formación en humanidades, desempeñará una función de liderazgo importante como patrocinadora de categoría Diamond del congreso de la NCYC. La participación de Marian resulta especialmente oportuna dado el compromiso de la universidad de educar a líderes para el ministerio eclesiástico.

En colaboración con la arquidiócesis, Marian University ofrece formación académica (filosofía y teología) para los alumnos que cursan estudios en el seminario universitario Bishop Simon Bruté. Marian también se distingue por su programa San Damiano Scholars que prepara a los alumnos interesados en el ministerio seglar para desempeñar funciones de liderazgo en parroquias, escuelas y organizaciones relacionadas con la Iglesia. Le estamos profundamente agradecidos a Marian University por su labor con la Iglesia joven y en especial esta semana por ser patrocinadora de NCYC.

La semana pasada planteé la pregunta “¿Cuál es el desafío más grande que enfrentan los jóvenes hoy en día?” Y respondí destacando nuestra cultura contemporánea, el mundo y todo lo que este nos ofrece, pero especialmente a los jóvenes.

En contraste con lo que el mundo ofrece, escribí que “Cristo ofrece libertad; su mensaje no da importancia a nuestras posesiones terrenales, a nuestra apariencia física y a nuestro círculo de amistades. En vez de ello, Cristo dice que lo importante somos nosotros. El Evangelio nos recuerda constantemente que nuestras posesiones materiales no definen quiénes somos. Dios nos hizo perfectos; nos hizo a Su propia imagen. Pero nos dejamos consumir por las ‘cosas’ y esto nos impide llegar a ser los seres perfectos tal como fuimos creados. Únicamente al entablar una relación personal con Cristo y vivir como lo hizo el durante el transcurso de toda su vida, podremos ser verdaderamente libres para alcanzar nuestro máximo potencial como personas humanas.”

La Conferencia Nacional de Jóvenes Católicos ofrece a los integrantes de la Iglesia joven la oportunidad de vivir ese momento trascendental que San Juan Pablo II confiaba que conllevaría al encuentro piadoso de miles de jóvenes de todo el mundo. Esperamos que los momentos trascendentales de gracia que la NCYC ofrece a los jóvenes se conviertan en una fuente de profunda esperanza y aliento para todos los llamados a desempeñarse como ministros para niños, jóvenes y adultos jóvenes. Presenciar el entusiasmo y la genuina devoción de los líderes jóvenes es algo que colma de alegría. Asimismo es un recordatorio de que los jóvenes también actúan como pastores para nosotros, sus mayores, siempre que se reúnen en el nombre de Cristo.

Oremos para que la Conferencia Nacional de Jóvenes Católicos de 2015 sea un momento de gracia trascendental para todos los que asistan al congreso ¡y para la Iglesia en pleno! †

Traducido por: Daniela Guanipa

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