November 12, 2010

Buscando la Cara del Señor

La gran cantidad de mitos que rodean el debate migratorio

Existen fuertes emociones con respecto a la situación migratoria en este país. Hay un consenso casi generalizado de que debe hacerse algo para corregir las insuficiencias de la legislación.

Desafortunadamente, existen muchas opiniones engañosas con respecto al impacto que ejercen los inmigrantes. Pienso en varias ideas preconcebidas que empañan la cuestión.

Existe la idea preconcebida de que los inmigrantes les quitan los trabajos y las oportunidades a los estadounidenses.

De hecho, la oleada migratoria más grande hacia Estados Unidos coincidió con nuestra tasa nacional de desempleo más baja y el crecimiento económico más acelerado. Los inmigrantes empresarios también generan empleos para trabajadores estadounidenses y extranjeros.

Aunque no se ha realizado un estudio extenso sobre empresas propiedad de inmigrantes, existen innumerables ejemplos: las compañías de Silicon Valley, establecidas por inmigrantes chinos e hindúes, generaron más de $19,5 mil millones en ventas y casi 73.000 trabajos en el año 2000 (fuente: Immigration and Unemployment: New Evidence, (“Inmigración y desempleo: nueva evidencia”) Alexis de Tocqueville Institution).

Hoy en día nuestras leyes migratorias no reflejan la realidad demográfica y económica. Nuestra legislación debería cotejarse con las leyes económicas de la oferta y la demanda.

Una reforma migratoria abordaría una serie de realidades con respecto a la fuerza laboral mediante la legalización de una fuerza laboral que está aquí para quedarse, ofreciendo más visas legales para que vengan trabajadores en el futuro y contemplando el empleo temporal de trabajadores extranjeros que puedan brindar su aporte a los empleadores estadounidenses en sectores económicos que ofrezcan trabajos de temporada.

Otra idea preconcebida es que “los inmigrantes no pagan impuestos.” Los inmigrantes pagan impuestos federales y estatales en forma de impuestos sobre la renta, sobre la propiedad y sobre las ventas.

En cuanto al pago de impuestos sobre la renta, existen diferencias en las cifras de las distintas fuentes, pero diversos estudios han concluido que los inmigrantes pagan entre $90 mil millones y $140 mil millones anuales en impuestos federales, estatales y locales.

Los inmigrantes indocumentados también pagan impuestos, según lo evidencian los “archivos suspendidos” de la Administración del Seguro Social, los cuales son impuestos que no corresponden con los nombres de los trabajadores y los números de Seguro Social y cuya cifra aumentó a $20 mil millones entre 1990 y 1998 (fuente: http://www.Immigrationforum.org/about/articles/taxstudy.htm).

Está la idea preconcebida de que “los inmigrantes vienen aquí para beneficiarse de la asistencia social”. Los inmigrantes vienen a trabajar y a reunirse con sus parientes. La participación de la fuerza laboral inmigrante es consistentemente más elevada que la de los nacidos en el país y los trabajadores inmigrantes representan una proporción más elevada de la fuerza laboral de EE.UU. (12,4 por ciento) en comparación con la población estadounidense (11,5 por ciento) (fuente: Censo de EE.UU.).

¿Acaso los inmigrantes no se aprovechan de los servicios de asistencia social y representan una carga para los contribuyentes? La mayoría de los inmigrantes, salvo los niños, trabajan. Gracias a que la mayoría trabaja, aunque se trata de empleos de menor remuneración, la proporción entre el aprovechamiento de los beneficios públicos con respecto a la cantidad de impuestos que pagan resulta favorable. De acuerdo a un cálculo, los inmigrantes pagan aproximadamente $90 mil millones en impuestos y utilizan alrededor de $5 mil millones en beneficios públicos. Otros calculan que los impuestos de los inmigrantes ascienden de $20 a $30 mil millones más que el costo de los servicios gubernamentales.

Existen quienes alimentan el mito de que los obispos católicos, es decir, la Iglesia, apoya la inmigración ilegal. De hecho, ni Iglesia ni los obispos católicos excusan el ingreso ilícito ni la evasión de las leyes migratorias de nuestro país. Los obispos creen que la reforma es necesaria para que nuestro sistema migratorio pueda responder a la realidad de las familias separadas y de las exigencias de trabajo que obligan a las personas a inmigrar a Estados Unidos con o sin autorización.

¿Por qué a la Iglesia le preocupa tanto la inmigración? La Iglesia respeta el derecho de los países de controlar sus fronteras y sancionar leyes que beneficien a sus ciudadanos. No obstante, la Iglesia enseña que existen algunos derechos inherentes a la condición humana los cuales son derechos naturales que van más allá de las fronteras nacionales. Todos los inmigrantes, legales e ilegales, poseen derechos naturales derivados de su dignidad inherente como personas. Cada uno ha sido creado a imagen de Dios.

La Iglesia en EE.UU. está especialmente consciente de los inmigrantes porque somos una Iglesia de inmigrantes, conformada por personas de todas partes del mundo.

Existe la idea preconcebida de que una mejor vigilancia de nuestras fronteras resolverá el problema migratorio. Desde 1986 hasta 1998, el presupuesto de la Patrulla Fronteriza se ha sextuplicado y la cantidad de agentes apostados en la frontera suroeste se ha duplicado hasta llegar a 8500. Desde 1983 hasta 2004 se han cuadruplicado los gastos en concepto de vigilancia fronteriza. Y sin embargo, la cantidad de visitantes no autorizados ha aumentado.

Está la percepción de que los inmigrantes de hoy en día son distintos, en comparación a los de hace 100 años. Hoy en día el porcentaje de la población nacida en territorio extranjero es del 11,5 por ciento; a comienzos del siglo XX, era aproximadamente 15 por ciento. Si analizamos objetivamente la historia, recordaremos que cada nueva oleada de inmigrantes se ha enfrentado a la desconfianza y a las dudas y, sin embargo, al final cada oleada de inmigrantes anterior se ha reivindicado.

La última idea preconcebida es que la mayoría de los inmigrantes cruzan ilegalmente la frontera. De hecho, alrededor del 75 por ciento de los inmigrantes hoy en día cuentan con visas de permanencia legal (de inmigrantes). Del 25 por ciento que se encuentra indocumentado, 40 por ciento excedió la estadía de su visa temporal (de no inmigrante).

Estamos hablando de personas de carne y hueso que necesitan y merecen nuestro respeto y nuestra comprensión en la caridad.†

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