June 18, 2010

Buscando la Cara del Señor

Los jóvenes adultos están ávidos por aprender más sobre la fe

La encuesta de febrero sobre los valores de los jóvenes adultos en comparación con otras generaciones de estadounidenses, llevada a cabo por el Marist College Institute for Public Opinion y patrocinada por Knights of Columbus, señala algunos indicadores que nos ayudan a enfocar parte de nuestra planificación.

Tal como mencioné en la columna de la semana pasada, algunos de los indicadores de la encuesta apuntan a los valores positivos adoptados por los católicos de la Generación Y, en tanto que otros son negativos. El mensaje es contradictorio.

Gracias a diversas actividades arquidiocesanas, he tenido la oportunidad de pasar tiempo conociendo a jóvenes adultos católicos en el curso del último año. Mi experiencia, aunque es ciertamente limitada, me dice que muchos no son partidarios de algunos de los aspectos negativos que profesa la Generación Y.

El resumen ejecutivo de la encuesta marista indica que casi dos terceras partes de los jóvenes adultos católicos pertenecientes a la Generación Y desearía conocer más acerca de su religión.

A lo largo de estos últimos años he participado en el programa Theology on Tap, patrocinado por jóvenes adultos católicos locales. Mi participación supone responder preguntas relativas a la doctrina y la moral católica.

Las preguntas de los jóvenes adultos son importantes y puntuales; su atención a las respuestas se muestra respetuosa. Es decir, mi experiencia confirma los resultados de la encuesta marista en lo que se refiere al deseo de los católicos de la Generación Y de conocer más sobre religión.

Desde que comenzamos a intensificar nuestra presencia arquidiocesana a través del ministerio en los campus universitarios desde hace uno o dos años, la respuesta de los jóvenes adultos ha sido mejor de lo que se esperaba. Esto parecería confirmar también otros de los resultados de la encuesta.

Por ejemplo, el hallazgo de que uno de cada cinco jóvenes adultos católicos expresaron que su meta de largo plazo en la vida tiene que ver con la espiritualidad y la cercanía con Dios. La asistencia a la Misa dominical, los servicios de oración e incluso la adoración muestran cifras cada vez más elevadas.

De acuerdo a la encuesta marista, casi sin excepción, la mayoría de los católicos de la Generación Y, junto con sus compañeros no católicos, considera que la infidelidad marital es algo incorrecto. Esta estadística resulta prometedora.

Por otro lado, la encuesta indica que únicamente el 20 por ciento considera que las relaciones sexuales fuera del matrimonio sean algo erróneo. De hecho, 42 por ciento no lo considera un problema moral.

Durante la Cuaresma los líderes de los ministerios de jóvenes adultos patrocinaron una serie de presentaciones los viernes por la noche y oportunidades para dialogar sobre el tema de las relaciones positivas (y morales). Me cuentan que la asistencia a estos programas en la parroquia San Juan Evangelista, en el centro de Indianápolis, fue alentadora.

Es evidente que debemos encontrar formas efectivas para impartir la catequesis fundamental a nuestros jóvenes adultos. El deseo de aprender más está presente. Aparentemente las oportunidades eran, en cierto modo, insuficientes o bien no muchos de la Generación Y las aprovechaban en años recientes; quizás lo que se aprendió acerca de la fe católica se perdió con la cotidianidad de nuestra cultura laica.

No es de sorprender que los católicos de la Generación Y, al igual que muchos de las generaciones anteriores, estén profundamente influenciados por los valores laicos de nuestra cultura. El hecho de que en el contexto social de la mentalidad democrática prevalezca la convicción de que no existe un bien o un mal definitivo para todo el mundo, afecta prácticamente a todos.

El hecho de que la filosofía seglar de nuestros tiempos relegue a Dios y la moral a la piedad individual y al sector privado, hacen que el concepto del absoluto moral luzca como un elemento opresor para muchos estadounidenses. Este aspecto se torna particularmente difícil para los jóvenes adultos quienes consciente o inconscientemente buscan tutores y modelos que los influencian de por vida.

Se trata de un llamado fuerte y claro a los líderes laicos, religiosos y eclesiásticos de nuestra Iglesia. El llamado realza específicamente la necesidad de hallar formas para estar presentes con nuestros jóvenes adultos, para ratificarlos y darles la bienvenida como miembros importantes de nuestras comunidades de fe.

De hecho, como líderes adultos de la Iglesia, tenemos el reto de proporcionar ejemplos positivos para nuestras convicciones en relación a la verdad y la responsabilidad moral, mediante la forma en que vivimos aquello en lo que creemos. Si no practicamos la fe con una actitud positiva ¿por qué querría un joven adulto unirse a nosotros o seguirnos?

Es importante que los líderes laicos y religiosos de nuestra sociedad se den cuenta de que la Generación Y está conformada por jóvenes adultos talentosos que poseen corazones generosos y contribuyen al bienestar de nuestra sociedad. Tan sólo hay que analizar las estadísticas referentes al voluntariado y a la participación de hecho en proyectos de servicio para percibir una realidad esperanzadora para el bienestar actual de la sociedad, así como para nuestro futuro.

Asimismo, resulta importante prestar atención a los aportes que realizan los miembros de la Generación Y al bienestar común de nuestra sociedad hoy en día. No es acertado pensar en los jóvenes adultos únicamente en el marco de su potencial para proyectos futuros.

En mi experiencia, si se les da la oportunidad para participar en actividades y servicios de adoración en nuestra Iglesia local, nuestros jóvenes adultos católicos se presentan; éste es un mensaje contundente e integral. †

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