March 10, 2006

Seeking the Face of the Lord

La Iglesia recibe a todo el mundo, incluyendo nuevos miembros y ‘santos reconciliados’

Recibo mucha correspondencia anónima. La mayor parte no es muy interesante y por lo general no leo correspondencia sin firmar.

Pero han habido algunas que me han llamado la atención. Una persona escribió que yo “debería enseñar kárate y jujitsu porque estamos en una época peligrosa para los sacerdotes, y ¡ya de por sí tenemos pocos!”

Otra persona envió un billete de dólar y dijo que era su limosna en lugar de pagar “pequeñas deudas.” El dólar era “para saldar la deuda ante los ojos de Dios.” La nota contenía una posdata: “No me interesa conseguir nuevos discípulos ya que estoy dedicado a la reconciliación de los santos, las ovejas de su pastor, los descarriados y los perdidos, y las ovejas extraviadas.”

El domingo antes del Miércoles de Ceniza y el primer Domingo de Cuaresma en el Ritual de Elección en la Catedral de San Pedro y San Pablo, elegimos formalmente a un buen número de catecúmenos para prepararlos para su recibimiento en la Iglesia y lo sacramentos de iniciación de la Pascua, a saber, el bautismo, la confirmación y la Santa Eucaristía.

Hay personas que nunca han sido bautizadas ni recibidas formalmente en la Iglesia Católica. En la misma ceremonia, también elegimos formalmente a un gran número de candidatos que buscan participar de lleno en la Iglesia Católica y en los sacramentos de la misma. Es emocionante recibir a todos estos compañeros en nuestra comunidad de fe. La Catedral se llenó en cada una de estas ceremonias.

El censo de miembros de nuestra arquidiócesis continúa aumentando; de hecho, estamos experimentando un crecimiento que va más allá de los límites ordinarios. Sin embargo, también es cierto que perdemos miembros de nuestra comunidad de fe.

No es infrecuente que algunos padres deseen hablar conmigo acerca de su angustia debido a que sus hijos ya no van a nuestra iglesia o van a otra iglesia.

Se alegan muchas razones. A veces, las dificultades están relacionadas a un segundo matrimonio. En ocasiones, en matrimonios de credos distintos, la fe del otro cónyuge prevalece en la decisión de rendir culto en su iglesia. Algunas veces, la razón es aversión a las estrictas enseñanzas de la Iglesia Católica. De vez en cuando es por presuntos maltratos de un sacerdote. En ocasiones, la razón es, en efecto, una reacción contra padres presuntamente estrictos. Otras veces, asisten a otra iglesia porque es la “iglesia favorite” de sus compañeros de trabajo o amigos.

¿Qué sucede con “los santos reconciliados” mencionado en la nota anónima? Con más frecuencia de la que me gustaría ver, padres y abuelos sienten que sus hijos y nietos no recibieron la educación religiosa que necesitaban para mantener su fe como adultos o soportar la presión de la cultura secular de hoy en día. Otros consideran que hemos sacrificado sólidas enseñanzas sobre la doctrina de nuestra Iglesia y ofrecen motivos para esto y enfatizan demasiado en la auto-estima y el arte de las relaciones interpersonales. Y argumentan que buena parte del alivio ofrecido era selectivo, para decir lo menos. Creo que tienen un punto a su favor.

En el transcurso de los años hemos revisado y evaluado cuidadosamente nuestros programas de educación religiosa en las escuelas y programas parroquiales, y los textos utilizados. Estamos alentando a nuestros catequistas y maestros de religión a que exijan de los estudiantes de religión lo mismo que les exigirían en los demás cursos académicos formales.

Continuaremos haciéndolo. Está a punto de publicarse un nuevo catecismo de los EE.UU. para adultos, el cual promete ser un buen recursos para maestros, programas RCIA y de formación de fe para adultos y jóvenes.

En muchas de nuestras parroquias existen excelentes programas de educación religiosa para adultos. Estos brindan la oportunidad de “llenar los vacíos” o refrescar la memoria en cuanto a las enseñanzas de nuestra Iglesia. Nuestros directores de educación religiosa y catequistas trabajan arduamente para satisfacer las necesidades de los adultos. La Cuaresma es una época especialmente buena para participar en estos programas.

Buena parte de nuestras parroquias patrocinan programas educativos especiales para aquellos que se encuentran segregados y apartados de nuestra comunidad de fe. Tal vez nuestra Comisión de Evangelización Arquidiocesana pueda alentar a nuestras parroquias a buscar alternativas para ofrecer estos programas de forma aun más difundida.

Para algunas personas, la mejor forma de retornar a la práctica de su fe no es por medio de la participación en programas. Para otros, la mejor forma de retornar es hallar a un sacerdote que escuche atentamente, un interrogador amable (pero directo), y un confesor compasivo. Créanme, les damos la bienvenida a todos, tanto a los nuevos miembros de nuestra fe, como a los “santos reconciliados.”

La Cuaresma es una época de gracia especial. El obsequio más generoso de Dios, de hecho, su mayor obsequio, es su misericordia. Por esta razón Jesús murió por nosotros. Y más que nunca nuestros sacerdotes desean compartir esa dádiva. †

 

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