November 25, 2005

Seeking the Face of the Lord

El Día de Acción de Gracias y el Adviento nos recuerdan cuánto necesitamos a Dios

Cuando pienso en la cena en familia del Día de Acción de Gracias en nuestro hogar hace muchos años, revivo recuerdos felices. No éramos una familia muy grande, pero nuestra comida era abundante.

Mamá siempre negó que fuera una buena cocinera. Mi padre, mi hermano y yo diferíamos de su opinión. Además del pavo que era perfecto, había dos platos más que eran extraordinarios. El relleno de mi madre era incomparable y nunca he sido capaz de imitarlo. Nunca apuntó una receta, pero todavía recuerdo los ingredientes; y aun así no puedo imitarlo. Preparaba una ensalada de col que hasta el sol de hoy nos tiene a mi hermano y a mí tratando de encontrar una similar, donde quiera que sirvan ensalada de col. Y preparaba una salsa de carne que parecía increíblemente fácil de hacer y sin embargo la mía nunca ha tenido el sabor de la suya. Y a propósito de este tema, debo mencionar que nadie hacía un puré de papas como el de mi papá. Esa era su labor en los grandes banquetes.

Los preparativos para el Adviento de la Navidad convertían la cocina de mi madre en una fábrica de dulces. Su dulce de “espuma de mar” adornado con nueces era su especialidad. Pero mamá también preparaba un “fudge de piña” que todavía me tiene buscando la receta que nunca he encontrado. Recientemente una de mis primas me recordó el fudge de piña y me preguntó si yo tenía la receta. Tampoco me he topado nunca con este tipo de “funge” hecho con piña. Si existe, les agradecería que me avisaran.

La remembranza de las cenas del Día de Acción de Gracias y de los preparativos del Adviento, evocan recuerdos felices y también traen expectación sobre el futuro. Es natural asociar el Día de Acción de Gracias y el comienzo del Adviento, no solamente porque se encuentran estrechamente vinculados en nuestro calendario. Pensamos en razones pasadas y futuras para agradecerle a Dios en nuestras celebraciones y oraciones del Día de Acción de Gracias. Reflexionamos con gozosa expectación sobre las fiestas futuras de la Navidad y la venida del Reino de Dios durante la época de Adviento. Damos gracias tanto por las dádivas del pasado, como las del presente y del futuro.

El agradecimiento es una virtud fundamental que es expresión de una caridad humilde. Dar gracias es reconocer la verdad de nuestra deuda para con nuestro padres y todas las personas importantes en nuestras vidas. El recuerdo de papá y mamá hace años en nuestra cocina sencilla es tan sólo una muestra del obsequio tan valioso que ellos representan y continúan siendo para mi hermano, para la familia y para mí. Me doy cuenta de lo agraciados que fuimos de tener buenos padres.

Con frecuencia pienso que fue una bendición vivir en épocas más sencillas. Dudo que sea el único que sienta que no siempre le di a estas bendiciones el valor que tienen, tal y como lo hago hoy en día. Tal vez esta es una de las razones principales por las que nuestro receso anual del Día de Acción de Gracias es tan importante. Traemos a la memoria recuerdos de los obsequios que recibimos en el curso de la vida, que de otro modo quedarían olvidados.

Una de las características únicas de nuestra fe cristiana es la capacidad de agradecer algo que está por ocurrir en el futuro. Si bien el Adviento es la preparación para el nacimiento de Jesús, también es la preparación para la venida del Reino de Dios en pleno. Anticipamos la experiencia personal de nuestra redención en la plenitud del Reino.

Uno de los primeros temas del pontificado del Papa Benedicto XVI es la necesidad de que nuestra cultura recupere el sentido de Dios. Un mundo sin Dios se transforma en un mundo violento y sin sentido. Un mundo sin Dios oscurece la conciencia de que necesitamos la redención del pecado que el propio Hijo de Dios conquistó por nosotros. El Papa Juan Pablo II solía decir que un mundo que ha perdido el sentido del pecado es un mundo que pierde el sentido de Dios.

Con la venida de la época del Adviento tenemos un período de gracia durante el cual podemos reevaluar en la oración nuestra “perspectiva mundana”, especialmente de aquello que está por venir en nuestras vidas. ¿Acaso lo entendemos? ¿Colocamos en su debido lugar el significado del nacimiento de Jesucristo? Mientras rezamos durante el Adviento, ¿establecemos la relación entre el nacimiento del Salvador y nuestras vidas, ahora y en el futuro? Se ha conquistado la redención. Está en nosotros reclamar el obsequio.

Los sabores y los aromas del Día de Acción de Gracias y de los preparativos del Adviento tienen un valor agregado si nos conducen a aprovechar el profundo significado de estas épocas de gracia. No debemos perder la oportunidad de ahondar en el significado de la vida misma.

El Día de Acción de Gracias y la época del Adviento venidera, ofrecen una oportunidad para el enriquecimiento espiritual que le brinda profundidad a nuestras vidas, algo más que el sentido banal de que ya hemos hecho esto antes. †

 

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