July 15, 2005

Seeking the Face of the Lord

El padre Simon Bruté irradia amor como pastor

Si bien es cierto que gran parte del ministerio asignado al padre Simon Bruté como sacerdote sulpiciano fue para enseñar en el seminario y universidad Mount St. Mary en Emmitsburg, MD, el futuro obispo de Vincennes fue también un pastor para el pueblo de Emmitsburg.

Simon Bruté era un sacerdote-académico que también era muy solicitado para la administración de los sacramentos. Algunas de las notas del padre Bruté ilustran cómo era un día en su vida sacerdotal. No están escritas en prosa, ni concebidas para publicación, pero es importante transcribir algunas de estas notas para poder apreciar su corazón pastoral.

El padre Bruté se levantaba a las 4:30 o 5:00 a.m. Comenzaba el día con oración y meditación delante del sagrario. En ocasiones estaba presente para la misa con otro sacerdote. A las 8:00 a.m., después del desayuno, regresaba a la capilla en Mount para llevar de allí, a pie por los bosques, el Sagrado Sacramento a los ancianos enfermos. Rezaba el Rosario en el camino. Administraba el sacramento a los enfermos y, en una ocasión, preparó a un esposo para su Primera Comunión.

A las 9:30 a.m. iba rezando salmos y cantando himnos en su camino a la iglesia parroquial de Emmitsburg. De allí le llevó el sacramento a un caballero que había estado alejado de la Iglesia por años. Escuchó su confesión y conversó con él acerca de su fe. A las 10:45 a.m. estaba de vuelta en la iglesia parroquial para bautizar a un niño. Conversó con la madre “quien tenía grandes dificultades”. Luego de ello, visitó a un par de personas confinadas a sus hogares.

Al mediodía, cuando regresó a “la montaña”, encontró a una anciana alemana que lo estaba esperando para verlo. No había recibido el sacramento en 10 años porque estaba enferma y lisiada; preguntó por su ministro pastoral y la convidaron a que se quedara a comer.

A la 1:30 p.m. el padre Bruté estaba de vuelta en la iglesia de Emmitsburg para buscar el Sagrado Sacramento y llevárselo a aquellos que estaban enfermos. Le administró la unción de los enfermos a un moribundo. Le explicó el sacramento a aquellos que se encontraban presentes, muchos de los cuales eran protestantes.

A las cuatro de la tarde fue a escuchar la confesión de otro enfermo. En su camino de regreso a Mount, rezó el Oficio (la Liturgia de las Horas), mientras caminaba. A su regreso, preparó instrucciones para el sacramento de la Confirmación.

“Y ahora – escribió – escribo estas notas; pero miles de detalles, pensamientos y acciones quedan sin contar; ¡qué maravilloso es el día de un sacerdote!” En el margen anotó cuántas millas había caminado: casi 30 millas. Hay otras notas acerca de su conmovedora preocupación pastoral y atención a los esclavos negros de la zona.

“¿Qué he hecho por la casa? Repasé la segunda clase de latín; conversé delante de Dios con uno de los jóvenes; la lección de latín; repasé la tercera clase de francés; la lección de latín de Guy Elder; conversé con otro joven que vino a consultarme…”.

En otro conjunto de notas sobre la actividad pastoral del día, se puede leer: “Recuerdo haber hablado con 62 personas, aproximadamente, acerca de temas relacionados con la religión y sus tareas; realicé una pequeña exhortación en la Misa, ya que era el día de San Ignacio.”

Hay otras notas sobre la lectura y el estudio constante del padre Bruté. “Sábado en la noche, día 14, recibí desde Baltimore un ejemplar del Edinburg Review y del Against the Eternal Generation of Jesus Christ (Contra la generación eterna de Jesucristo), de Stuart. Domingo 15. Ya leí el libro de Stuart y escribí una extensa carta de comentarios sobre el mismo para Elder. Me encargué de mis tareas cotidianas en Emmitsburg. En la noche leí casi todo el Edinburg, parte en la carretera, y parte en casa. Lunes. Hoy terminé con el Edinburg, realicé una docena de notas extensas sobre el artículo titulado Journal (Diario) de O’Meara, y dos sobre el artículo acerca de las obras de Duprat, habiendo investigado en mis libros en cuanto a ciertas observaciones en dichas notas.”

También apunta que había terminado un mapa de los estados eclesiásticos para la clase de geografía y que dio la clase de teología y seguidamente la de filosofía. Y luego fue a atender a los enfermos “y la alegre ronda cotidiana de un sacerdote: oración, meditación, misa, breviarios, cuentas, visitas al Sagrado Sacramento, etc.” Al final del conjunto de notas, escribió: “¡Dios, Dios, Dios todo el día!”

El plan de Dios no contemplaba que el padre Bruté fuera misionario en la India, pero fue un misionario celoso en el Nuevo Mundo. Le encantaba impartir los sacramentos a las personas. Aun mientras se ocupaba de sus seminaristas, sentía un afecto especial por los pobres y los ancianos. Su corazón pastoral debió de decirles mucho a los seminaristas.

La próxima semana: La conexión del padre Simon Bruté con santa Elizabeth Ann Seton.

 

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