June 19, 2020

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

Las historias revelan quién es Dios y quiénes somos nosotros

“El hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días. Pero, desde el principio nuestro relato se ve amenazado: en la historia serpentea el mal.” (Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales)

A todos los niños les encantan los cuentos, especialmente a la hora de dormir o alrededor de una fogata. “Las historias influyen en nuestra vida” asegura el papa Francisco. “Plasman nuestras convicciones y nuestros comportamientos; nos pueden ayudar a entender y a decir quiénes somos.” También pueden revelarnos quién es Dios, el significado más profundo y el propósito de nuestras vidas.

En su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales celebrada el 24 de mayo, el papa Francisco eligió destacar la función de la narración en la formación de las mentes y los corazones humanos. Esta experiencia universal, que implica pintar retratos verbales o escritos a través de imágenes que nos informan, inspiran, entretienen y a veces asustan, puede construir o derribar el espíritu humano.

“No todas las historias son buenas,” nos recuerda el Santo Padre. Desde el principio, en el Jardín del Edén, las mentiras (falsas narraciones) contadas por el Demonio han destruido la confianza e inspirado acciones que son más destructivas que vivificantes.

“A menudo, en los telares de la comunicación—advierte el Sumo Pontífice—en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia.”

Y sin embargo, seguimos buscando y encontrando buenas historias, que ilustran el esplendor de la creación de Dios, el maravilloso amor de Jesús que sufrió y murió para redimir a la humanidad de su pecaminosidad, y la gracia del Espíritu Santo que puede abrir los corazones endurecidos y transformar las comunidades que están aquejadas por males sistémicos.

Según el papa Francisco, la Biblia es la “historia de las historias.” La Biblia relata la historia del amor de Dios por toda la creación, Su paciencia con nosotros, sus hijos rebeldes e ingratos, y la historia de Jesús, el Maestro Narrador, quien hablaba de Dios “no con discursos abstractos, sino con parábolas, narraciones breves, tomadas de la vida cotidiana.” Encontramos a Jesús en las historias que se cuentan sobre él en los Evangelios, y seguimos escuchando su historia a medida que se revela más plenamente en las vidas de María y todos los santos.

¡La Biblia es realmente la historia más grande jamás contada! No disfraza la realidad del mal o las acciones despreciables de los seres humanos que rechazan el amor de Dios. Pero entreteje a través de la historia de la historia humana el amor incondicional y la misericordia siempre presente de Dios. Es realmente una buena noticia para todos aquellos cuyos corazones están preocupados por la carga de nuestros pecados.

Lo que el papa Francisco denomina “historia de las historias” es, de hecho, la historia de cada uno de nosotros. Tal como nos dice el papa:

“Mientras leemos la Escritura, las historias de los santos, y también esos textos que han sabido leer el alma del hombre y sacar a la luz su belleza, el Espíritu Santo es libre de escribir en nuestro corazón, renovando en nosotros la memoria de lo que somos a los ojos de Dios. Cuando rememoramos el amor que nos creó y nos salvó, cuando ponemos amor en nuestras historias diarias, cuando tejemos de misericordia las tramas de nuestros días, entonces pasamos página. Ya no estamos anudados a los recuerdos y a las tristezas, enlazados a una memoria enferma que nos aprisiona el corazón, sino que abriéndonos a los demás, nos abrimos a la visión misma del Narrador. Contarle a Dios nuestra historia nunca es inútil; aunque la crónica de los acontecimientos permanezca inalterada, cambian el sentido y la perspectiva.”

Hacer que el amor forme parte de nuestras historias diarias es nuestra vocación como discípulos misioneros de Jesucristo. Al transmitir su historia en nuestras propias palabras y acciones, nos convertimos en testimonio de “lo que el Espíritu escribe en los corazones” y revelamos a todos que nuestra historia “contiene obras maravillosas.” De esta manera, nuestras historias individuales se convierten en parte continua de la historia de las historias. Nos convertimos tanto en narradores como en protagonistas de la mayor historia jamás contada.

El papa Francisco concluye su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con una oración a la Santísima Virgen María quien “tejió en su seno la Palabra divina” y “narró con su vida las obras magníficas de Dios.”

El papa ruega para que la historia de cada persona se convierta en nuestra historia. “Ayúdanos a construir historias de paz, historias de futuro. Y muéstranos el camino para recorrerlas juntos.”

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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