June 2, 2017

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

El Espíritu Santo: La fuente de la verdadera libertad

Mientras celebramos la festividad de Pentecostés este fin de semana, es una buena ocasión para recordar las enseñanzas del papa Francisco sobre los dones que recibimos de la tercera persona de la Santísima Trinidad: el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es la fuente de la vida de Dios en nosotros. Es el don de la libertad que nos permite cobrar vida al dar testimonio del Evangelio sin titubear ni temer, sin restricciones ni rigidez.

En una homilía reciente del relato del Evangelio sobre el encuentro de Nicodemo con Jesús, el papa comentó sobre la afirmación de Jesús de que él debe “nacer de lo alto [...] nacer del Espíritu” (Jn 3:3, 5). Esta afirmación confundió a Nicodemo, como probablemente nos confunde a nosotros también.

Para comprenderla mejor, describió el episodio de los Hechos de los Apóstoles que narra el momento en que Pedro y Juan curaron al tullido y los Doctores de la Ley no sabían cómo “esconder” lo sucedido porque fue un “acto público.”

Durante el interrogatorio, Pedro y Juan “responden con sencillez” y cuando les ordenaron que no hablaran más de lo ocurrido, Pedro responde: “¡No! No podemos callar lo que hemos visto y oído. Y … seguiremos así” (Hechos 4:23-31).

Se trata de los mismos hombres que se escondían acobardados a puertas cerradas, inmediatamente después de la resurrección de Jesús. Hasta que recibieron el Espíritu Santo fueron incapaces de actuar con valor y convicción. El don del Espíritu Santo los liberó del temor y la rigidez, e hizo que despertaran a la verdad sobre ellos mismos, facultándolos a ser hombres nuevos que han “nacido del Espíritu.”

De acuerdo con el papa Francisco, el don de la libertad que Pedro y Juan recibieron en Pentecostés les permitió “tener coraje.” Nos dice que recibieron “la franqueza del Espíritu, lo que significa hablar abiertamente y con coraje, de la verdad, sin compromisos.”

Este es un tema importante para el papa Francisco quien detesta la tendencia de algunos cristianos a ser leguleyos en su ejercicio de la fe. La gente que mide cada acción antes de acercarse a los demás en la fe y la caridad es como los “Doctores de la Ley” que ritualizan todo y no asumen ningún riesgo en su cumplimiento con la religión.

“A veces olvidamos que nuestra fe es concreta: el Verbo se ha hecho carne, no se ha hecho idea: se ha hecho carne. Y cuando rezamos el Credo, decimos todas cosas concretas: ‘Creo en Dios Padre, que ha hecho el cielo y la tierra, creo en Jesucristo que ha nacido, que ha muerto…’ son todas cosas concretas. Nuestro Credo no dice: ‘Yo creo que debo hacer esto, que debo hacer esto, que debo hacer esto o que las cosas son así por esto…’: ¡No! Son cosas concretas. Lo concreto de la fe que lleva a la franqueza, al testimonio hasta el martirio, que está contra los compromisos o la idealización de la fe.”

¿Acaso esto significa que el papa rechaza los Diez Mandamientos o las enseñanzas morales de la Iglesia? ¡No! Pero sí significa que el don que recibimos del Espíritu Santo está destinado a librarnos de nuestra tendencia a negociar, a transigir o a aferrarnos rígidamente a los preceptos, leyes y costumbres cuando nos enfrentamos a oportunidades concretas de vivir nuestra fe en el aquí y ahora. “Lo concreto de la fe que lleva a la franqueza, al testimonio hasta el martirio, que está contra los compromisos o la idealización de la fe.”

“El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va,” nos dice el papa. “Así es para quien ha nacido del Espíritu: siente la voz, sigue el viento, sigue la voz del Espíritu sin saber dónde terminará. Porque ha hecho una opción por lo concreto de la fe y el renacimiento en el Espíritu.”

“Que el Señor nos dé a todos nosotros este Espíritu pascual, de ir por los caminos del Espíritu sin compromisos, sin rigideces, con la libertad de anunciar a Jesucristo como Él ha venido: en la carne.”

Ven Espíritu Santo, concede a todos los seguidores de Cristo la libertad para ser valientes e intransigentes en nuestro testimonio de Su verdad y Su amor.

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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