October 21, 2016

Alégrense en el Señor

El cuidado de la creación: una cuestión moral de nuestra época

Archbishop Joseph W. Tobin

En mis columnas durante las últimas semanas me he concentrado en las cuestiones que nosotros, como católicos y fieles ciudadanos, debemos considerar a medida que nos preparamos para elegir candidatos al gobierno federal, estatal y local. Ninguna persona a la que le importe el futuro de nuestro país, nuestro estado o nuestra comunidad local puede darse el lujo de mantenerse de brazos cruzados frente a estas elecciones, sin importar lo desagradable es que aparenten ser las distintas decisiones por tomar. Debemos examinar nuestra conciencia, escudriñar a los candidatos y las políticas que proponen y luego votar, con la confianza de que el Espíritu Santo obra en nuestro mundo e influirá sobre todas las cosas para lograr el bien.

Por supuesto, sabemos que también el inicuo trabaja arduamente para destrozar aquello que deseamos construir. Pero el poder de Dios es infinitamente superior y nuestra fe nos dice que, al final, el bien prevalece. Este optimismo no nos absuelve de responsabilidad, pero nos asegura que Dios nos acompaña a cada paso en el camino.

Una de las cuestiones graves que debemos considerar es el cuidado de la creación, el impacto que ejercen sobre el medio ambiente las decisiones políticas y económicas. Tal como lo expresan los obispos de Estados Unidos en “Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles” “el cuidado de la creación es una cuestión moral. Proteger la tierra, el agua y el aire que compartimos es un deber religioso de corresponsabilidad y refleja nuestra responsabilidad hacia con los niños nacidos y no nacidos, quienes son los más vulnerables en el asalto al medio ambiente. Tenemos que responder a la pregunta que planteó al mundo el papa Francisco: ‘¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?’ ” (#86, “Laudato Si,’ #160).

Como sucede con la mayoría de las cuestiones planteadas en esta temporada electoral, lo que los católicos llamamos el “cuidado de la creación” se ha convertido en un tema polarizado. Aquellos que están en contra del incremento de las reglamentaciones temen que el movimiento medioambientalista sea tan solo una excusa para que el gobierno pueda entrometerse más en las vidas de las personas y las comunidades.

Por otro lado, quienes se preocupan genuinamente por el trato abusivo de nuestro aire, agua, tierra y recursos minerales, acuden primero a la ciencia para determinar las causas y las soluciones a cualquier planteamiento ambiental, y luego acuden a los funcionarios gubernamentales para que protejan efectivamente esos dones por el bien del futuro de la humanidad.

Observemos que “nuestra responsabilidad hacia con los niños nacidos y no nacidos, quienes son los más vulnerables en el asalto al medio ambiente” está íntimamente vinculada a la corresponsabilidad con la creación. El cuidado que estamos moralmente obligados a dispensar va mucho más allá de proteger el medio ambiente físico, con todo y lo importante que este es. Nuestra corresponsabilidad debe incluirlo todo. Toda la creación de Dios es un obsequio que debemos valorar, cultivar y proteger por respeto a Aquel que generosamente compartió su abundancia con nosotros, sus hijos.

Siguiendo el camino trazado por el papa Francisco, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) “ofrece un llamado específico a tratar seriamente la cuestión del cambio climático global, enfocándose en la virtud de la prudencia, la búsqueda del bien común y el impacto en los pobres, particularmente en los trabajadores vulnerables y las naciones más pobres” (#86). Los obispos creemos que nuestro país debe ser líder en contribuir al desarrollo sostenible de las naciones más pobres y promocionar una justicia superior para compartir la responsabilidad por la destrucción, el abandono y la recuperación del medioambiente.

Al mismo tiempo, los esfuerzos de nuestro país por reducir la pobreza no deberían estar vinculados a programas de control de la natalidad denigrantes y, a veces, coercitivos. El papa Francisco condena tal enfoque, al igual que todos aquellos que verdaderamente respetamos la dignidad de toda la creación divina.

“Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo” (#86).

Debemos reconocer la alarmante verdad de que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y “el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre” (“Laudato Si,’ #50). En vez de ello, nuestros esfuerzos deberían concentrarse en trabajar en favor de los pobres aquí, en casa, así como en todo el mundo para ayudarlos a construir un futuro de esperanza y oportunidad para sí mismos y sus hijos.

El cuidado de la creación es una cuestión moral que merece nuestra atención específica durante este período electoral. ¿Con cuáles candidatos y partidos políticos contamos para que verdaderamente cuiden del medio ambiente de una forma holística? ¡Que el Espíritu Santo nos guíe en nuestra búsqueda de sabiduría y prudencia en este aspecto tan vital de ser ciudadanos fieles! †
 

Traducido por: Daniela Guanipa

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